En Génesis 1:26, el Dios trino dice, “Hagamos al hombre” (asah); en Génesis 1:27, leemos, “Y creo Dios al hombre” (yatsar). La idea en 1:26 es que Dios construyó al hombre en conformidad a su propia imagen; en 1:27, Él creó al hombre como algo nuevo y maravilloso en su propósito; y en 2:7, Él formó y modeló al hombre de la tierra como un alfarero forma una vasija de arcilla. El “polvo de la tierra” (2:7) identifica al hombre con la escena de su caída y su redención; el aliento de Dios identifica
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